jueves, 31 de mayo de 2012

OSHO

De la mente 
a la imagen de la televisión
y a la información de los ordenadores.


Víctor Rosas Arenas




Para algunos: "El hombre más peligroso desde Jesucristo", para otros: "El Gurú de occidente"; "El iluminado de los 90 Rolls Royce"; para sus detractores "el gurú del sexo".  Acharya Rajneesh, Bhagwan Shree Rajneesh,  Rajneesh Chandra Mohan Jain sus metamorfoseantes nombres y finalmente: Osho (oceánico) “sonido curativo”, el maestro espiritual hindú.

Sus enseñanzas pretenden, desde distintos ángulos, el desarrollo de la conciencia humana para alcanzar la iluminación, con una filosofía ecléctica nutrida en las enseñanzas de iluminados como: Krishná, Buda, Jesucristo, Lao Tse, Sócrates, Heráclito, Gurdjieff, entre otros. De acuerdo a su enseñanza, la fuente de la desdicha del ser humano reside precisamente en el desconocimiento de su propia naturaleza. 






   Según Osho, para algunos como el escritor estadounidense Tom Robins: “el hombre más peligroso desde Jesucristo”, “hay que proteger el futuro de muchas cosas”. Para el gurú de occidente “la imagen (la televisión) ha devuelto a la humanidad a un estado primitivo, porque la gente ha vuelto a fijarse en las imágenes. Existe un peligro en el futuro… porque ya es evidente se ha dejado de leer buena literatura. ¿Para qué molestarse en leer, cuando se puede ver una película en la televisión?”

      La buena literatura no puede reproducirse con imágenes, si acaso, parcialmente. Así, el adulto vuelve a un ser primitivo y se refugia en las imágenes. Se empieza a olvidar la belleza de las lenguas, de la palabra escrita y de la imaginación libre.

            En un paralelo, los ordenadores pueden destruir el sistema de memoria de la humanidad que se ha desarrollado en el transcurso de muchos siglos y con grandes dificultades. Para Osho todas las dimensiones están abiertas; ¿cómo elegir las acertadas?


              El problema según Osho es: 

Cuánto podemos liberar al hombre del siglo XXI, liberarlo

 de sus propios pensamientos y su tecnología, para

 cimentarlo en un hombre verdaderamente libre, libre de

 ataduras como la tecnología y sus propios

 pensamientos. Que sea él, el hombre, el que pueda

 manejar libremente todas sus circunstancias, que no

 sea esclavo inclusive de sus pensamientos y mucho

 menos, de las nuevas tecnologías.