El Hombre Gráfico.
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Víctor Rosas Arenas
La fotografía, la representación gráfica (acaso también estética) de un sin fin de realidades humanas, no surge espontáneamente sino como resultado de muchos experimentos, muchos claroscuros y una que otra toma fuera de foco. El cine es la fotografía en movimiento, es el presente; una fotografía es…
la eternidad.
la eternidad.
Ya Aristóteles, en su "Física", explicaba que "los cuerpos colocados ante una caja herméticamente cerrada y con un agujero en uno de sus lados reflejan su imagen en el lado opuesto". Mucho más adelante, en un paso importante para concebir a la fotografía como tal, Carlos Schelle (uno de los fundadores de la química orgánica) descubre en 1770 que el cloruro de plata se conserva blanco en la oscuridad y se ennegrece por la acción de la luz. Este procedimiento sirve de base para que en 1839 los franceses José Niepce y Luis Daguerre descubran la fotografía más o menos como la conocemos hoy, al experimentar con el daguerrotipo, que no es otra cosa que la cámara oscura de donde se obtienen directamente pruebas positivas. Asimismo, el avance técnico de la fotografía (debido a gente como Fiseau, Foucault, Claudet, Darlot) permitió el descubrimiento del cinematógrafo, cincuenta y seis años después, por otros dos franceses: los hermanos Lumiére.
Pero la fotografía no representa un simple avance tecnológico: tiene otros sentidos en cuanto a sus funciones para con el hombre. En principio es una prolongación del hombre mismo, en tanto que "detiene", automatiza una acción determinada, fija en el cerebro, que sólo puede ser representada gráficamente al mundo sensorial mediante la fotografía. El hombre se trasciende cuando es capaz de retratarse a sí mismo, cuando puede observar su imagen.
Para Henry Fox Talbot, la fotografía automatiza y elimina los procedimientos sintácticos de la pluma. Ya en 1839, Talbot presentaba una ponencia que tenía por título: "Breve explicación del arte del dibujo fotogénico, o sistema con el que puede hacerse que objetos naturales se delineen a sí mismos sin la ayuda del lápiz del artista" — el solo título de la ponencia es por demás elocuente—. Para McLuhan, el paso del hombre tipográfico a la era del hombre gráfico se dio con la invención de la fotografía: la fotografía, con sus cualidades de uniformidad y repetibilidad, representa una ruptura "gutenbergiana".
Mucha gente acusa a la fotografía de arte casual y espontáneo; sin embargo, el instante en que se intenta una fotografía puede determinar que se logre o no; lo principal es la simbiosis técnico-humana con que se capta una realidad. (Si ante un objetivo no hay oportunidad de pensar cómo o desde qué ángulo se apreciaría mejor, al disparar el obturador el fotógrafo recurre a su capacidad de síntesis, mediante el conocimiento de ciertas técnicas y una propia sensibilidad ).
Es importante el papel de la fotografía respecto a otras expresiones artísticas como la pintura o la literatura. Marshall McLuhan señala que "la fotografía se reflejó en el campo de las otras artes tradicionales, cuando el pintor ya no podía seguir pintando un mundo que habla sido tan fotografiado, para no continuar pasó a revelar el proceso interno de la creatividad, acudiendo para ello al expresionismo y al arte abstracto. De igual modo el novelista ya no podía seguir describiendo objetos y acontecimientos, gracias a la fotografía, la prensa, el cine y la radio. El poeta y el novelista pasaron a los gestos de la mente dirigidos hacia adentro, con lo que nos hacemos a nosotros mismos y a nuestro mundo. Así pues, el arte tradicional pasó de un paralelismo con el exterior a un hacer interior".
McLuhan sitúa al arte tradicional a la manera de Aristóteles: "La meta del arte no es representar la apariencia externa de las cosas sino su significado interno, porque ésta es su verdadera realidad y no el amaneramiento externo y el detalle". Y desde luego, la fotografía tiene la capacidad de mostrar lo externo y lo interno de las cosas, mediante sus técnicas, su lenguaje, y la sensibilidad del fotógrafo.
Es indudable que nos encontramos en la era de la comunicación, de la información, y de lo que hacemos con ellas, de la fotografía, la cual, más que un medio expresivo, conforma ya un lenguaje a través de la luminosidad y la reflexión de la luz. Pero este nuevo lenguaje no es de ninguna forma intrascendente. Alguna vez László Moholy-Nagy dijo:
"El analfabeto del futuro será aquél que no sepa fotografiar".
México, D.F. mayo de 1979.