martes, 29 de noviembre de 2011

El Hombre Gráfico.

                                                                              geoms02/VRA

Víctor Rosas Arenas

       La fotografía, la representa­ción gráfica (acaso también estética) de un sin fin de reali­dades humanas, no surge espontáneamente sino como resultado de muchos experi­mentos, muchos claroscuros y una que otra toma fuera de foco. El cine es la fotografía en movimiento, es el presente; una fotografía es…
la eternidad.

       Ya  Aristóteles, en su "Fí­sica", explicaba que "los cuer­pos colocados ante una caja herméticamente cerrada y con un agujero en uno de sus lados reflejan su imagen en el lado opuesto". Mucho más adelante, en un paso importante para concebir a la fotografía como tal, Carlos Schelle (uno de los fundadores de la química orgánica) descu­bre en 1770 que el cloruro de plata se conserva blanco en la oscuridad y se ennegrece por la acción de la luz. Este proce­dimiento sirve de base para que en 1839 los franceses José Niepce y Luis Daguerre descu­bran la fotografía más o menos como la conocemos hoy, al experimentar con el daguerro­tipo, que no es otra cosa que la cámara oscura de donde se obtienen directamente prue­bas positivas. Asimismo, el avance técnico de la fotografía (debido a gente como Fiseau, Foucault, Claudet, Darlot) per­mitió el descubrimiento del cinematógrafo, cincuenta y seis años después, por otros dos franceses: los hermanos Lumiére.

       Pero la fotografía no repre­senta un simple avance tec­nológico: tiene otros sentidos en cuanto a sus funciones para con el hombre. En principio es una prolongación del hom­bre mismo, en tanto que "de­tiene", automatiza una acción determinada, fija en el cere­bro, que sólo puede ser repre­sentada gráficamente al mundo sensorial mediante la fotografía. El hombre se tras­ciende cuando es capaz de retratarse a sí mismo, cuando puede observar su imagen.

       Para Henry Fox Talbot, la fotografía automatiza y eli­mina los procedimientos sin­tácticos de la pluma. Ya en 1839, Talbot presentaba una ponencia que tenía por título: "Breve explicación del arte del dibujo fotogénico, o sistema con el que puede hacerse que objetos naturales se delineen a sí mismos sin la ayuda del lápiz del artista" — el solo título de la ponencia es por demás elo­cuente—. Para McLuhan, el paso del hombre tipográfico a la era del hombre gráfico se dio con la invención de la fotografía: la fotografía, con sus cualidades de uniformidad y repetibilidad, representa una ruptura "gutenbergiana".

       Mucha gente acusa a la foto­grafía de arte casual y espontá­neo; sin embargo, el instante en que se intenta una fotogra­fía puede determinar que se logre o no; lo principal es la simbiosis técnico-humana con que se capta una realidad. (Si ante un objetivo no hay opor­tunidad de pensar cómo o desde qué ángulo se apreciaría mejor, al disparar el obturador el fotógrafo recurre a su capa­cidad de síntesis, mediante el conocimiento de ciertas téc­nicas y una  pro­pia sensibilidad ).

       Es importante el papel de la fotografía respecto a otras expresiones artísticas como la pintura o la literatura. Marshall McLuhan señala que "la foto­grafía se reflejó en el campo de las otras artes tradicionales, cuando el pintor ya no podía seguir pintando un mundo que habla sido tan fotogra­fiado, para no continuar pasó a revelar el proceso interno de la creatividad, acudiendo para ello al expresionismo y al arte abstracto. De igual modo el novelista ya no podía seguir describiendo objetos y acon­tecimientos, gracias a la foto­grafía, la prensa, el cine y la radio. El poeta y el novelista pasaron a los gestos de la mente dirigidos hacia adentro, con lo que nos hacemos a nosotros mismos y a nuestro mundo. Así pues, el arte  tradi­cional pasó de un paralelismo con el exterior a un hacer interior".

       McLuhan sitúa al arte tradi­cional a la manera de Aristó­teles: "La meta del arte no es representar la apariencia externa de las cosas sino su sig­nificado interno, porque ésta es su verdadera realidad y no el amaneramiento externo y el detalle". Y desde luego, la fotografía tiene la capacidad de mostrar lo externo y lo interno de las cosas, mediante sus técnicas, su lenguaje, y la sensibilidad del fotógrafo.

       Es indudable que nos encontramos en la era de la comunicación, de la información, y de lo que hacemos con ellas, de la fotografía, la cual, más que un medio expresivo, conforma ya un lenguaje a través de la luminosidad y la reflexión de la luz. Pero este nuevo len­guaje no es de ninguna forma intrascendente. Alguna vez László Moholy-Nagy dijo:

"El analfabeto del futuro será aquél que no sepa fotogra­fiar". 


México, D.F. mayo de 1979.


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